domingo, 22 de marzo de 2009

¿Yo también puedo ser mala?

Me siento como la protagonista de una película. Mi vida cada vez tiene menos que ver con la que llevaba antes en Barcelona. Si me vieran mis amigas encima de esos taconazos, con ajustados vestidos de marca y supermaquillada… ¡alucinarían! Pero a mí me divierte. Es como un juego. Aunque Alex se lo toma muy en serio. Y todo el rato me insiste en que tengo que despedirme de la antigua Laia y convertirme en una auténtica «chica mala». ¿Requisitos? Otro día me extenderé más sobre estos, pero te adelanto algunos: ser independiente, decidida, estar siempre impresionante y utilizar a los chicos a tu antojo. ¿No suena ideal? Pero, claro, para ser una «chica mala» hay que valer. Y yo, la verdad, no estoy muy segura... Me parece que soy una sentimental. Te pongo un ejemplo. Imagina que un tío se queda colgado conmigo, nos enrollamos y yo me doy cuenta de que la cosa no tiene futuro. A pesar de eso, vuelvo a quedar con él un par de veces más porque me da palo hacerle daño. Bueno, pues para una «chica mala» eso está prohibidísimo. ¿Qué te has liado con un tío y no lo ves claro? Pues… ¡puerta!

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